Lunas de Latára
Por Amarla Lu*
En una Galaxia en donde las vidas de distintos y peculiares seres sintientes que
se unen fundiéndose juntos, existe un astro con nueve lunas que giran danzando
alrededor de él; Latára. El Planeta supremo, aquel cuerpo celeste que bellamente
imperfecto tiene nubes de los colores rojo y violeta, el cielo es rosado que, de vez
en cuando toma tonalidades distintas producidas por la luz que refleja el gran Sol
a sus lunas. Aquel Plantea desértico de arena con un olor fresco color turquesa,
de grandes montañas color verde esmeralda, es donde habitan los trascendentes,
aquellos seres que se han transformado en el punto más alto de elevación
espiritual en el proceso de salto cuántico por las nueve lunas.
En esta galaxia habita Ewlú, ser menor de la familia de Loam. Ewlú; vivía por el
momento en la Séptima Luna, su estadía en ese lugar fue relativamente corta,
pero para ella en su presente, sentía que era eterna y dolorosa.
La Séptima Luna del Tiempo de Males era donde Ewlú recitaba una y otra vez lo
siguiente, mientras sufría dolores en cada uno de sus huesos, sentía una fuerte
combustión en su piel y como sus entrañas ardían; ella solo decía:
— Instantes volátiles, enormes, singulares, sin distancia, de corta duración,
despacio, con entrega y sin omisión, tratando de sacar desde dentro de
todo mi ser, absolutamente todo aquello que me duele, que desgarra mi
pensar. En aquel momento en el que me encuentro en silencio, donde todo
fluye de adentro rumbo al viento, es donde desgarra mi tranquilidad aquel
recuerdo de angustia, desolación, vergüenza además dolor, querer olvidar
inútil es, tratar de entender absurdo tal vez. Pienso que algunas veces; es
solo mi mente y que si no demuestro al viento ni a lo que se encuentra a mi
alrededor aquello que me desgarra dentro, en el fondo, nada ni nadie,
jamás se dará cuenta de aquel desastre que hay dentro de mí. —
A pesar que Ewlú se encontraba sola en aquella Luna siempre fue muy creyente
de sus ancestros, su familia, además recordaba tal cual; fielmente a quienes
amaba con su corazón. Ella siempre recordaba a su madre gritando
fervientemente:
— Tenerte me dio un respiro y un suspiro de esos que duran bastante, lo
suficiente para ser feliz una buena racha de tiempo. —
Ewlú repetía una y otra vez las mismas palabras, pues su vacío era tan enorme
que necesitaba sacar todo aquello que le dolía.
La Luna del Tiempo de los Males cobra factura de lo sucedido en la Sexta Luna,
Sodmo. Un lugar que algunas veces era de luz opaca, otras tanta había mucha
obscuridad la cual empapa de banalidades, ambiciones, egocentrismos, vicios,
angustias, reactividades a los seres sintientes; que los impulsa a hacer aún más
maldades, revolcándose entre la perversidad.
Noramb se había quedado en la Sexta Luna, no podía saltar cuánticamente a la
siguiente Luna con Ewlú. Noramb es un ser que ha explotado todos los atributos
absurdos de la Luna de Sodmo. Tanto…Tanto que no ha podido salir, se ha
convertido en uno con aquel lugar perverso, por eso Rolow; el ser supremo se
siente siempre apenado, siempre triste por ella.
Pero la infinita y peor de las tristezas es la que pasa Ewlú en el planeta que le
sigue, solo pensando en Noramb; preguntando al viento:
— ¿Cómo se encontrará ella? ¿Qué estará haciendo que no llega? ¿Por qué
no ha podido salir de ahí? —
Sin embargo, Noramb no desea ni quiere irse, vive en su Luna Sodmo siendo
egocentrista, sin pensar en nadie más.
De pronto Ewlú; una tarde después de gritarle a la nada aquella que sería su
última palabra en ese sitio, saco de su cuerpo hasta la última gota de dolor, fue
entonces que algo maravilloso sucedió, Ewlú saltó.
Esa magnífica sensación de transformación sucedió, la grandiosa trascendencia
había ocurrido y ella paso a la Octava Luna. En aquella Luna del Amor vivió toda
su historia en un santiamén, como un rápido parpadeo fue el tiempo transcurrido,
pero Ewlú vivió, sintió, olio, escucho y beso toda su vida de nuevo.
Se dio cuenta de lo que la había traído a ese bello lugar, todos los errores y
aprendizajes de su estadía en la Galaxia, sentía la necesidad de perdonar a su
madre Noramb quien la había dejado por su egocentrismo.
Ewlú gritó de nuevo al viento y a las demás Lunas de Latára:
— Aprendí por ahí que el miembro de una familia de dos que decida sanar
será visto como enemigo, pues habrá destrozado el patrón; el paradigma
del comportamiento ancestral. Soy la integrante de la familia de Loram que
ha decidido sanar, remendar todo dolor, prejuicio y rencor con amor; el
esmero empeño, también dedicación al hacer una obra teniendo un deleite
en ella. Soy la ser sintiente que comienza a sanar aceptando lo ocurrido en
el pasado desde este preciso instante. La que reconoce todo el dolor o al
menos del que me he percatado en mi madre Noramb, en mi pasado en
Sodmo, aquel que mi corazón ha sentido junto con mi cuerpo y espíritu. Soy
quien desaprenderá todo aquel prejuicio en mi cabecita; así en mis genes,
quien perdona, pide perdón por hasta el menor hecho negativo de todos
mis ancestros y antecesores… Perdonándome. —
Fue entonces cuando Ewlú dejo atrás a Noramb, su madre. En el preciso instante
en el que dejo de gritar comenzó a trascender a la Novena Luna con destellos de
luz infinitos y colores brillantes, espolvoreados por la Galaxia.
La Luna de Consciencia era su nuevo hogar, ahí vivió 18 años luz, siendo un ser
sintiente consciente, totalmente pleno. Después de aquellos años luz Ewlú murió,
su espíritu se fundió con el Planeta Latára; un día era una nube roja, otro día era
de color violeta, en otro momento era un grano de arena turquesa, otra, era el aire
que causaba ventarrones, Ewlú formaba parte de un todo, un todo latariano
compuesto por seres trascendentes que saltaron cuánticamente hasta llegar a ese
espectacular astro…
*Amarla Lu es el pseudónimo de una mujer que estuvo internada en distintos centros de rehabilitación de drogas en Culiacán y Guadalajara. Este texto está inspirado en su experiencia en estos lugares. Aquí se encuentra publicado íntegramente, como ella lo escribió.